NOTA: 100%
Qué gran serie, qué gran serie Pupilas y Pupilos. La multipremiada en los Emmy Awards y los Globos de Oro, Big Little Lies (2017) no era un globo hinchado por el elenco actoral sino todo lo contrario impactándome más de lo esperado. Ultimamente, las series que más me están llegando no suelen estar protagonizadas por actores y actrices del Olimpo Hollywoodiense, no sé, necesito REALIDAD y actores de menor calado 'mainstream', me llegan más, me los creo más, pero de vez en cuando surge la magia y las buenas ideas y ahí es donde creo que David E. Kelley ("El Abogado", "Ally McBeal") junto con el director Jean-Marc Vallé han dado en el clavo eligiendo a los protagonistas adecuados (a pesar de su status de 'estrellonas') para un guión de la exigencia dramática con respecto a la historia original de Liane Moriarty.
Tres mujeres y tres 'grandes mentirijillas' contadas con toda la crudeza y el realismo posible en una comunidad de richachones de la localidad de Monterrey (California). El nexo de unión que las une, aparte de la estrecha amistad de las protagonistas, un asesinato en una gala benéfica que las incrimina rodándose de forma lineal desde el pasado con inserciones actuales de criticones y alcahuetos en plena declaración policial que sólo se dedican a poner a parir a las protagonistas demostrando la falsedad, envidias, odios, egoismos y demás 'virtudes' del ser humano. Vamos, como la vida misma pero con más pasta y más posición social.La labor actoral femenina es 100% protagónica y de sobresaliente, Resse Whiterspoon defendiendo excelentemente una historia de histerismos varios e infidelidades no confesas, Shailene Woodley interpretando y exorcizando los demonios personales y el trauma de un hecho desafortunado, Laura Dern provocando odios a mansalva por su egocentrismo, egoismo y ombliguismo de richachona Alpha y, por último, una Nicole Kidman absolutamente intratable que me ha sorprendido en uno de sus papeles (si no el que más) exigente como mujer maltratada que se resiste a deshacerse y denunciar su drama. Bien es cierto que, en este último caso, la labor de Alexander Skargard como maltratador/manipulador es esencial, jodidamente brutal diría yo y, os lo tengo que reconocer, cada escena que Kidman y Skargard comparten en la intimidad me ha producido en todo momento una tensión increíble a pesar de que no existan planos explícitos gracias a un montaje de planos rápidos que insinuan más que muestran.
En definitiva, una mini-serie excelentemente bien planteada y excelsamente bien interpretada con un desenlace tan sorprendente como lógico y una estructura de montaje muy dinámica para contar 'el más allá' de lo que sabemos (o nos cuentan) nuestras protagonistas...